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domingo, 8 de febrero de 2009

Pelis: American Beauty (Sam Mendes)


Esta película supuso básicamente tres cosas.

Por un lado fue la ópera prima de Sam Mendes (en las carteleras ahora con Revolutionary Road), por el otro significó el inicio de la estupenda carrera de Alan Ball (parece que el tío me paga para hacerle publicidad), y, sobre todo, supuso conocer (con alivio) que siguía siendo posible hacer cine corrosivo, irónico y fuera del sistema dentro del propio sistema.

American Beauty saca todos y cada unos de los trapos sucios de la sociedad actual. El vacío personal, la tediosa rutina, el falso triunfalismo de la clase media, la obligación de tener un trabajo aburrido pero que satisfaga las necesidades económicas de una existencia totalmente absurda, un matrimonio roto... en fin algo cojonudo vamos. La representación, desde dentro, de la caída del Sueño Americano, que nunca llegó a existir pero que nos vimos obligados a creer (¡¡).

Y en medio de todo esto nos encontramos con Lester (un Kevin Spacey magnífico), un tipo cuyo mejor momento del día es cuando se masturba por la mañana en la ducha. A partir de ahí todo son frustaciones en una vida asquerosamente fracasada. Pero un día se da cuenta de lo buena que está una amiga de su hija (Mena Suvari), y este acontecimiento enciende en él la pasión por una vida que quería haber tenido y que perdió hace 20 años. Empieza a hacer gimnasia, vuelve a fumar los porros del instituto y a escuchar la música de la adolescencia; y sobre todo, a darse cuenta de la belleza de las pequeñas cosas.

Tras todo esto, llega un final estupendo, y la sensación de que no has visto una película, sino un manifiesto (nada doctrinal, por cierto), de como ver la vida. Dejarse de gilipolleces, de fingir, de limitarse a aparentar. Porque con tanto onanismo se nos está olvidando vivir.


Un estupendo 9

1 comentarios:

Hable ahora o calle para siempre.