Por poner un ejemplo, se me ocurre un refrán español que de español tiene lo de yo de ruso: “No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”. Si aplicamos esto a nuestra peculiar forma de ver las cosas, se transforma en un contundente “¿Para qué voy a hacerlo hoy pudiéndolo hacer mañana?”.
Y es por eso que llegan las prisas y los agobios en los exámenes. Es muy típica la situación de un estudiante de bachillerato que le pregunta al chapón en cuánto tiempo se leyó el libro obligatorio de lengua.
A pesar de que el chapón le responde que se lee en 3 horas, el estudiante tipo, aún a pesar de faltar una semana para el examen, lo empieza a leer el día antes y, a pesar de ver que no avanzan las páginas, se pone a hacer medias de cuántas páginas se lee en una hora. (De hecho, la velocidad en el S.I. del estudiante español no es en metros/segundo, sino en páginas/hora).
Además, a pesar de faltarle 100 páginas, no perdona el típico descanso para ver el partido de la Champions. Eso es así. Para nosotros siempre será mejor dormir 3 horas o leerte un resumen del rincón del vago (arriesgándote al suspenso) antes que perderte un espectacular Rosenborg-Real Madrid. (...)
Fdo: Sr. Rosa
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esta es una verdad como la copa de un pino, me he visto reflejado... sí, señor!
ResponderEliminarHubo un tiempo en que los libros obligatorios de Lengua eran interesantes, y los partidos de la Champions también. Ahora ni uno, ni otro.
ResponderEliminarY yo estoy estudiando ciencias jurídicas en una carrera de publicidad y relaciones públicas.
En fin.
Bueno, ya fuese la Champions, o Compañeros, o A las once en casa, o Los Serrano, o El diario de Patricia, o Gente, o Redes, o ...
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