Un instituto, un profesor y sus alumnos. No es el contexto de esta película, es el argumento.
Grabada a modo de documental, es difícil acercarse más a la realidad. No hay exageraciones para buscar el morbo, te hace pensar que realmente la cosa es así. Desde el principio te sientes partícipe de esa clase de lengua del idealista profesor François, con el que empatizas instantáneamente.
La batalla dialéctica con sus alumnos es tremenda. Refleja la sociedad actual francesa, con esa gran mezcla racial, y los pensamientos de los chicos que a esa edad de 14 y 15 años parecen tener las ideas muy claras, aunque en realidad todo sea una mezcla de chulería e inseguridad tan propia de esa etapa de la vida.
Poco a poco te vas contagiando de la frustración que inunda al profesorado, que ve que aunque dé todo de sí las cosas no son nada faciles. El curso avanza, y las conversaciones entre François y la clase pronto se van convirtiendo en discusiones, hasta que la cuerda entre el y especialmente dos de sus alumnos (Esmeralda y Souleymane) se tensa hasta romperse.
No esperéis escenas espectaculares, ni un ritmo frenético. Se trata de observar las relaciones y el diálogo.
Es la sociedad y sin aditivos.
Un 8'5
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