No juzguemos mal a este alocado muchacho.
Cualquiera de nosotros si fuésemos por la autopista con nuestro camión y comenzase a sonar esa melodía arábiga con claras influencias centroeuropeas tampoco podría resistirse a soltar el volante y danzar alegremente.
Parece que este hombre es seguidor de la doctrina aznaresca de poder beber cuantas copas de vino se le antojen. Porque, ¿quienes somos nosotros para decirle si puede o no puede tomarse un vinito, o dos, o diez?
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Igual no va hasta las cejas de tripis este vivaracho mozo, que más parece un cuervo, a juzgar por sus graznidos.
ResponderEliminarSea como fuere, su bailecillo es la mar de molón.