Abre David Bowie 'When the Wind Blows' (luego aparecerán Squeeze, Genesis y Roger Waters, autor de la mayoría de cortes de la BSO) y
esas imágenes apocalípticas en blanco y negro crean un nudo en el
estómago que ya no afloja hasta el final. Sacude la
historia de Hilda y Jim, dos jubilados ingleses envueltos en una
crisis nuclear y desamparados, aislados con su patriotismo cerril y
la necesidad de mantener a salvo sus creencias.
El espectador se va distanciando emocionalmente de forma progresiva de la pareja protagonista, que inevitablemente viven
en el paraíso de los necios hasta extremos delirantes y metafóricos.
Metafóricos porque 'When the wind blows' va más allá de la crítica
nuclear. Jimmy T. Murakami (director) y Raymond Briggs (autor de la
novela gráfica en la que se basa la película) se plantearon una reflexión
universal sobre la perdida de la conciencia crítica de una sociedad
adormecida por los medios de comunicación, esclavos del poder
político-económico.
Un valiente puñetazo a nuestra barbilla y un empujón
para que poco a poco nos vayamos dando cuenta que Hilda y Jim no son
más que una representación metafórica de todos nosotros. Porque
ellos sólo buscan mantener su cotidianeidad (dormir, limpiar,
comer) en un proceso rutinario que se repite enfermizamente, con los
ojos cerrados al mundo.
9,25
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