Tardé mucho en hablar de este disco. Por todo lo que significa para mi, por todo el tiempo que he pasado acompañado por sus canciones; necesitaba un poco de distancia para ser capaz de hablar de él.
Ramón Rodríguez (el cantante de Madee -otro grupazo a reivindicar, por cierto-) se ha lucido. Recordando a los Love of Lesbian más sosegados, a Francisco Nixon, al Sr Chinarro e incluso a Cecilia (una cantautora muy buena de los 70 que le encanta a mi madre, escuchar algo de ella que mola), pero pasando todo por su personal punto de vista, que consigue dar un toque tan (falsamente) adorable a las letras, al disco, a la vida, que hace que te acabes enamorando irremediablemente de esta obra maestra.
A través de las experiencias cotidianas, Rodríguez las compara con su mundo interior, tan tristón, para crear frases autodestructivas, tanto para el creador como para el compungido oyente. Y es que A propósito de Garfunkel habla del desamor. De las rupturas. De que todo vaya mal. De estar hasta los cojones de la otra persona, pero aún asi no ser capaz de imaginarse la vida sin ella (sniff sniff).
Porque a veces las canciones de amor son lo único a lo que te puedes agarrar para no caerte, aunque haya sido ese mismo amor lo que te haya empujado al borde del acantilado.
Definitivamente, una matrícula de honor.
Canciones destacadas: El disco entero
Escuchar preferentemente: Para compartir la visión pesimista de la vida con el que uno solo puede identificarse. Para acabas al borde de la llorera, y con unas ganas locas por abrazar a alguien capaz de decir tantas cosas en tan poco espacio.
Awesome
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