La cercanía entre los escenarios
Pitchfork y Vice permitió repartirse satisfactoriamente entre
Pegasvs y Doble Pletina, dos de los proyectos estatales
con más proyección. Ambos estuvieron solventes, aunque la hora no
fuese la más amistosa, sobre todo para la electrónica de los
barceloneses. Unos metros más apartado, La Estrella de David y
su pop de contradicciones se mostró en forma, mérito de un carismático David Rodríguez.
El
primer éxito del festival lo protagonizaron Linda Martini.
El post-rock de los portugueses sonó contundente y sin concesiones, con una honestidad que mejoró lo que podíamos haber escuchado en 'Olhos de mongol' (2006) y 'Casa Ocupada' (2010). La verdad es que nos encaminamos hacia Baxter
Dury encantados de la vida, sensación que el inglés prolongó sin dificultades, seduciendo con su pop moderno de hechuras clásicas, contrapunto a la chulería estilística de Archers
of Loaf, que no defraudaron.
Sr. Chinarro elaboró la primera
parte de su concierto casi exclusivamente en base al '¡Menos Samba!' (2012).
Bien, pero sin alharacas, manejado con el piloto automático. A la mitad renuncié para llegar a The
Afghan Whigs, sin duda uno de los mejores conciertos del
festival. Trazando un arco entre el rock y el soul, balance de una trayectoria inmaculada, el grupo se mostró
exuberante, liderado por un Greg Dully con una aceleración infecciosa. Tremendos.
Tras la exhibición de Afghan Whigs,
Mazzy Star funcionó como adormidera. Perfectos, con una Hope Sandoval
magnética, reflejaron su propuesta elegante a través de un concierto diseñado para satisfacer al fan.
Una gran primera jornada del Primavera se vio confirmada con Wilco, una apuesta
segura en directo. Engrasados, orgánicos, con un Jeff Tweedy en modo estelar, mostraron bazas seguras como 'Impossible Germany', 'Jesus etc.', o 'Poor places', y levantaron otra actuación a todas luces irreprochable.
También consiguieron emocionar por momentos The XX. Menos impostados, más seguros, con el
repertorio antiguo contextualizado y con sus nuevas canciones sonando más expansivas, la banda se va asentando progresivamente, mientras que convence a los escépticos por el camino.
Tras esto, Franz Ferdinand llevó su verbena al escenario grande del Fòrum. La trama no tiene secretos, y una vez la conoces el asunto pierde todo el interés, pero lo cierto es que a tenor de los resultados les sigue funcionando de maravilla. Y es que aún a pesar de los problemas de voz de Kapranos, su colección de hits entretuvo indiscutiblemente a una parroquia entregada.
El cansancio me impidió ver a Spiritualized, Japandroids y John Talabot (el sábado tampoco llegué a Neon Indian). Contratiempos de la edad supongo.
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