|
Autógrafo del Sr Chinarro en el Lego a las 4 de la mañana.
Muy grande. |
Antes de nada, debo declarar dos herejías:
Herejía número uno, este fue mi primer concierto del Sr Chinarro.
Herejía número dos, entré al Sr Chinarro con el disco
"Presidente".
Explicado esto, y a sabiendas que la segunda es dolorosa, hablemos del concierto.
Era una noche lluviosa e incómoda, y los ánimos no estaban demasiado altos. Además no sabíamos muy bien que esperarnos: a un concierto de este hombre no llegas para nada virgen y con una mezcolanza terrible de ideas. Has oído de todo sobre su persona, sus conciertos, o sus discos, pero tú, como recién iniciado a la secta chinarrista (menos secta ya que nunca), miras y asientes sin convencimiento. Entrar así, tan tarde y sin vivir su
curiosa evolución, te cura de espanto. De entrada has aceptado lo que a muchos les cuesta y costará aceptar, y lo vives de otra manera.
Con estas confusas expectativas, llegamos a la Karma (primera vez, sí,
tercera herejía) y nos la encontramos casi vacía. Vale que se publicitó pobremente (encontrar carteles en otras ciudades era un milagro), pero esperabas algo más. Aún así ¿ver al Sr Chinarro en una sala tan pequeñita y con tan poca gente? Lujazo. Y otra sorpresa más (realmente no tanta), la edad media debía rondar sobre los 40 años. Vamos, todos eran como amigos de toda la vida de el Chinarro. Y ese fue el tono, sí, un concierto entre amigos.
Nuestro amigo Antonio se hizo de rogar, y mientras comentabas lo que te gustaba la sala, o lo generoso de los cubatas, el tiempo pasaba. Y ahí estábamos, sentados en los escalones de la pista, como en el salón de casa.
Antonio y su banda se dejaron ver fugazmente para meterse en el backstage, levantándonos para coger sitio en primera fila. Innecesario, ya que había espacio de sobra, y la gente no tenía edad ni ganas para hacer pogos enfrente del cantante. Calma y buen rollo.
Mientras el cubata (muy rico) bajaba con facilidad y te apetecía otro, Antonio y su banda no se decidían a salir. Pero nadie parecía impacientarse, todos reían y hablaban con tranquilidad. Al final, bien pasada la hora de comienzo oficial, salieron al escenario. Con mucho relajo se puso a afinar la guitarra, y se puso a bromear con el público. Alguien le gritó "¡Elegante!" y el se rió mucho. También se oyeron muchos "¡Guapo!", por descontado. Total, un cachondeo.
Arrancó el concierto con 'Ni lo sé ni lo quiero pensar' anunciando ya la línea del setlist (que copié, incómodamente, en un borrador del móvil): una integración de los 4 últimos discos (de
"El mundo según" (2006) a
"Menos Samba" (2012)), casi en igualdad de condiciones, con incluso concesiones a
"El porqué de mis peinados" (1997), con dos canciones, y una de
"El fuego amigo" (2005). Yo, personalmente, tengo preferencia por este último disco, y hubiera pedido más, pero no me quejo.
La primera parte del concierto , hasta 'El lejano oeste', fue una fiesta sin igual.
Entre chascarrillos y buen rollo, la gente se animaba y al amigo Antonio estaba cada vez más cómodo. Se permitía hablar con el público, contestar a lo que le gritaban, e incluso tomar en cuenta las peticiones. La gente le reía las bromas y él se reía con ellos. Vamos, una fiesta de verdad.
La banda sonaba perfectamente ajustada, y aunque el sonido llegaba a saturar (la acústica no era ninguna maravilla), y su voz a veces no sonaba del todo bien, era más que aceptable.
Las canciones fueron volando una tras otra con fluidez, muy bien encajadas entre sí, demostrando que el señor Luque parece tener una conciencia clara de su música, de cual es el lugar de sus discos y canciones, y sabe como mostrarlo y hacerlas sonar juntas sin chirriar en directo (algo no tan fácil, teniendo en cuenta la variedad de su discografía). También es necesario un apunte: la gente se lo pasaba en grande con temas como 'Una llamada a la acción' (que pese a lo esperable, sonó muy bien) o 'San Borondón', pero cuando de verdad se les veía concentrados y disfrutando a otro nivel era con los temas
viejunos.
Cayeron unas cuantas curiosidades, como enterarnos que 'Brasilia' fue realmente compuesta en Brasilia, donde fueron invitados por el Instituto Cervantes. Según nos contó, el
embajador (que fumaba en pipa, como los de antes) dio buena cuenta del catering, y todos los intentos de la banda de llevarse al hotel a alguna chica brasileña "de prominente trasero" fracasaron. También dijo, no sin ironía, que
"El porqué de mis peinados", pese a lo que digan, le gusta como disco, lo que pasa es que se ha olvidado de como se tocan la mayor parte de las canciones. Ah, y también, cayeron comentarios sobre Mariano y los tanques Leopard, muy al loro de la actualidad y las obligadas referencias al rescate, llegándonos a decir, que para permitirnos venir al concierto o estábamos en la mafia o nos habíamos colado.
El cambio, y el otro lado del concierto, llegó con 'Quiromántico'. En cuanto sonaron sus acordes, pasamos, así, de golpe, de la fiesta a la celebración religiosa. Fue, sin duda, el momentazo de la noche. En la versión, ruidista y alargada, le pudimos ver totalmente absorto, alejado del micrófono y mirando hacia la nada, tarareando los coros. Perfecto. A esta, le siguió 'Babieca', empastando con la anterior de manera mágica, y el tono de misa se alargó. Fue algo especial y en el público lo vivimos a lo grande.
Ya para acabar, como un puñetazo para despertarnos de la hipnosis y que nos largáramos contentos, una inspiradísima 'Hot mothers', que va ganando enteros como el temazo mayúsculo del polémico
"Menos samba". Después, para sorpresa y disgusto del personal el amigo Antonio se despidió. Ante los pitidos, silbidos, y llamadas lastimeras, aún regresó para tocar 'Los ángeles' y como último gesto 'El rayo verde', que una mujer le suplicó a grito pelado, pero hasta ahí.
Corto, especial, ambiente agradable y todos con una sonrisa para casa.
Y viendo otras crónicas de conciertos recientes de este buenhombre (como la de nuestro querido
Javier Rey) no sé yo si es que estaba este sábado especialmente inspirado, o es que yo soy demasiado fácil de ganar. Un poco de las dos cosas, supongo.
Para redondear la noche, me lo encontré en el Lego (a Antonio Luque, no a Javier Rey), y raudo y veloz fui a la caza del autógrafo. El resultado es el que veis, encabezando la crónica. Molón es poco.
Y otra cosa más, ya entrada la madrugada me encontré con
Xilo, que manda saludos a la parroquia.
Aquí el Setlist:
Ni lo
sé ni lo quiero pensar
Los amores reñidos
Una llamada a la acción
Brasilia
Estrenos TV
Tu elixir
Anacronismo
El lejano oeste
San Borondón
La ley de Murphy
Del montón
Todo acerca del cariño
El gran poder
Vacaciones en el mar
Esplendor en la hierba
Quiromántico
Babieca
Hot mothers
(BIS)
Los ángeles
El rayo verde