A estas alturas, al comentar un disco de Sidonie puedes optar por dos vías.
Si te quedas con la copla de que antes eran indies, tocaban el sitar y hacían discos como Shell Kids (mientras que ahora reniegan de alternativos, hacen pop convencional y entrevistas un poco "desconcertantes"), pues este disco será como clavar el último clavo de su ataúd artístico. Que si Viva el loco que inventó el amor, que si Nueva York, que si mierdas. Suenan como Pereza y punto se acabó. Esta vertiente está siendo cada vez más mayoritaria dentro de determinados círculos, y hasta cierto punto es comprensible. Hasta cierto punto.
Porque podemos optar por otra interpretación. Con la que un servidor está más cómodo, y respeta la integridad musical de Sidonie. Y es la de que los grupos pueden pasar página, cambiar de estilo y seguir siendo coherentes, mientras que no se hayan traicionado a sí mismos. Aquí es donde se puede encajar "El incendio". Está claro que ya no quedan restos de la primera etapa en inglés (ni casi casi de "Fascinado"), más allá de la voz de Marc (que cada vez canta mejor) y el encanto que siempre destila el grupo. Pero sigue vigente su postulado pop, que comenzaron a trabajar con melodías redondas, que aquí alcanzan la perfección.
Que venga alguien y me diga que En mi garganta, o Algo nos pasará no son temazos pastel (de esos que tanto gustan últimamente a Sidonie), o que El incendio es un hit (a la altura de Nuestro baile del viernes; primer single del Costa Azul -disco con el queda irremediablemente atado-). Cuando escuchas por enésima vez La sombra terminas por darte cuenta de que buen material.
Sobra alguna canción, y puede que haya alguna rima un poco sonrojante, pero al final te quedan siete o ocho canciones que pasan cualquier examen con nota.
Aunque se harten de salir en las radiofórmulas, un 7.5
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