En los conciertos de Klaus & Kinski
llevas una cosa ganada de casa. Sus tres discos tienen tan pocas
fisuras, presentan una calidad tan uniforme, que en realidad te da
casi igual el setlist que escojan. El viernes pasado en Galileo Galilei, en la presentación del nuevo 'Herreros y Fatigas', no sonó 'In the Goethe', pero a cambio tocaron 'El rey del mambo y la reina de Saba'; no interpretaron 'Ley y Moral' pero es que habían elegido 'Brilla como una estrella'.
De esta forma en directo tampoco se
aprecian demasiado cambios entre disco y disco. Los tres tienen un
protagonismo similar, las piezas están engrasadas a la perfección,
y según el grupo progresa, el nivel de sus conciertos
aumenta hasta niveles que pocos grupos españoles dibujan hoy por
hoy. El viernes sonó todo impecable: Voz (cada vez
entiendo menos la polémica con una voz de Marina Carruthers que
sobresalió en 'Autopista de Albacete'), guitarra, violín
(espectacular 'Buceador'), teclados... todo destacó en la
interpretación de hits como 'Rocanrolear', 'Crucifixión la solución', 'Ojo por diente' o 'Mèngele y el Amor'.
Y a este dechado de virtudes respondió con fervor una audiencia entregada desde la apertura con la poderosa 'Cumbres Profundas' hasta que bajó el telón, en el segundo bis, con 'Carne de
Bakunin'. El afecto mostrado a partes iguales por grupo y público
(que abarrotó la sala) terminó de demostrar como poco a poco Klaus
& Kinski se va ganando una parroquia fiel que reconoce los méritos contraídos.
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