La dualidad. El amor frente al odio, el
orden frente al caos, la vida frente a la muerte. La convivencia de
los arquetipos opuestos y sus tensiones puede parecer una temática
un tanto rebuscada para un cómic, pero es que Asterios Polyp
(protagonista de la novela gráfica y problablemente alterego de su
autor, David Mazzucchelli), es un tipo rebuscado. El sujeto, arquitecto
de proyectos que nunca se construyen, es una eminencia respetada en
los círculos académicos. Vive cómodamente con su mujer Hana y sus sólidas creencias hasta que un día la rutina se le despeña por un barranco.
A partir de ahí comienza el viaje. El
particular roadtrip o bajada a los infiernos del protagonista, que
termina siendo la perfecta compañía para la aventura profundamente
existencial que propone en cada página Mazzucchelli. La vida como
problema último, ahí es nada, exhumando por el camino los demonios
personales e inquietudes del binomio protagonista-autor.
Todo este engranaje, tan complicado de
diseñar, termina perfectamente engrasado por dos razones. La primera
es que la trama es sencilla, casi construida a modo de fábula, algo
que permite que el cerebro del lector no sufra una combustión
espontánea y pueda seguir las disquisiciones filosóficas. La
segunda razón es que Mazzucchelli es un genio de lo visual, y (tal y
como hizo en los revolucionarios 'Daredevil. Born Again' y 'Batman: Year One') explota las posibilidades del medio para construir una
arquitectura sólida que soporte lo que se le viene encima y ejercer
de paso como faro gráfico.
En el mundo del cómic hay pocos
ejemplos tan evocadores de combinar el contenido y la forma. Puede
que sea algo complicada (sobre todo en el arranque), pero Asterios
Polyp y sus movidas bien valen el esfuerzo, hacedme caso.
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