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domingo, 17 de enero de 2010

Libros: "Los monederos falsos" (1925) André Gide


"Pero, mire, en las novelas siempre es peligrosos presentar a algún intelectual. Aburren al lector."

Y qué gran verdad.

Hablemos de metaficción o cómo una novela puede dar la vuelta sobre sí misma, autocriticarse, autoescribirse, marear al lector y al final dejarlo más pallá que pacá. Cómo la propia acción de escribir una novela puede ser una novela en sí.

Porque esto es lo que es "Los monederos falsos", obra del megarreflexivo André Gide. Aquí lo que encontramos es a un escritor, Edouard, que está en plena elaboración de una novela de nombre (claro como no) "Los monederos falsos". Y mientras él se dedica a escribir esta novela (o mejor, a marearla) el narrador se eleva más y más y observa con una presición de dostoyevsky a todos los personajes, personas y humanoides que pululan a su alrededor, observándolos como él los observa (puesto que se permite ser subjetivo) y como los observa el propio Edouard en su diario personal, que conocemos de pe a pa, a parte de apuntes y pensamientos que se dejan como perlas otros personajes. Y no son pocos estos, no. Las historias se entrelazan, las personas van y vienen y el narrador, como un dios poco activo, se dedica a observar y a describir.

Como dice el propio Edouard: "Mi novela no tiene argumento (...). Si lo prefieren, no tendrá un argumento determinado. "Un trozo de la vida misma", decía la escuela naturalista. El gran defecto de esta escuela es que siempre corta en el mismo sentido: en el del tiempo, longitudinalmente. ¿Porque no lo ancho? ¿O a lo hondo?. (...) Desearía que, en esta novela entrase todo. Sin tijeretazos que interrumpienses su curso".

Y bien, esto es exactamente lo que hace el que escribe, un corte bien hondo, bien profundo, que intenta reflexionar llegar al fondo del alma humana, al fondo de todos sus personajes. Y cada uno de estos personajes, bien definidos, como ideas, sufren un choque con sus planteamientos y con la realidad. Cada uno de ellos tiene un plan, una definición, su propia idiosincrasia que intentan fortalecer o adaptar a cada uno de los golpes que les da la realidad. Y estos choques, no siempre salen bien. Son todos ellos de alto nivel intelectual (lo que le da algo de elitista a la novela que puede ser peligroso) con su propia filosofía y sus propias interpretaciones.

Quizás, sí hay argumento, como dice también Edouard (dentro cita): "Es precisamente la lucha entre lo que la realidad le brinda y lo que él pretende hacer con ella". Desde un plano invididual, bien podría ser este. Pero, al fin y al cabo, hablamos de una supernovela muy coral, donde todos los personajes no disfrutan de vidas totalmente separadas, si no que no paran de entrechocar entre ellas. Así pues, bien podría tratarse de el choque de tantas muchas ideas personalizadas, de su vida, de sus desgracias y de como van cambiando al chocar entre ellas y la realidad, siendo todo el conjunto una descripción mitificada del alma humana, en sus continuas luchas.

Pero vamos, esta es solo una entre mil hipótesis.

Por ser una novela tan densa, con tantas lecturas y aun así hacerse amena (mas o menos, oye, que no hay tiros y el sexo brilla por la ausencia) bien se merece un 10.

8 comentarios:

  1. ay la hostia, la madre que te pario

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  2. (palabra del resto del redactores cuando leyeron la última ida de olla del lester)

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  3. Qué arte! Este tío se merece un blog a parte eh!!
    Además así dejaría en paz a quien entra en cierraelmaletero para leer cosas interesantes de verdad, no esta puta cagarruta!

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  4. cuanto cariño madre mía

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  5. a parte se escribe todo junto (aparte) gilipollas

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  6. Joooder, cómo están los humos (y el patio)

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  7. gilipollas tu puta madre!

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