_
Vaya por delante que yo con esta película me he echado unas cuantas y saludables risotadas. Lo malo es que la película no pretende ser graciosa, a lo mejor es que algo falla.
Tras un faraónico periplo, el bueno de Cameron lograba rematar esta hisoria interplanetaria, dispuesto a lanzársela a las masas para que estas, con el buen criterio que les caracteriza (ejem) decidan si el hueso es de su agrado o no. Parece ser que el pedazo de carne ha sido de la mayor calidad y la gente está que no mea diciendo que es lo mejor que han visto y no sé qué más disparates... dónde hay que firmar que yo me bajo.
En su defensa diré que Avatar tiene probablemente los mejores efectos especiales que yo haya visto en mi vida (sobre todo en lo tocante a la maquinaria humana, espectacular) pero es que por muy guapo que sea alguien, si no tiene más que serrín en la cabeza (en teoría) no llegará a nada en la vida.
Y es que el guión lo pudo haber escrito mi hermano de ocho años y que le quedase mejor: con sus planteamientos maniqueos y sus lugares comunes del cine palomitero de toda la vida, que si chiste fácil por aquí, que si prota que decepciona a la chica para al final enmendarse, que si ni un cabo suelto para que el final sea todo lo feliz y plano que nosotros, lobotomizados espectadores, reclamamos. Pues vale.
De todas maneras Avatar no engaña a nadie, y es cierto que las dos horas y media se hacen cortas en medio de fluorescentes orgasmos visuales y entretenidas escenas de acción. Supongo que disfrutar de esta peli es cuestión de mentalizarse.
Eso sí, con la mitad de años, la habríamos disfrutado el doble.
Un 5,75 azul y de tres metros
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Y se forran con este guano.
ResponderEliminar