El viernes fue el día más flojo del Primavera. No es que se produjeran grandes decepciones, pero quizás el cartel quedó un tanto desequilibrado al cederle de forma inevitable el protagonismo al mastodóntico concierto de The Cure, de los que tampoco es que me considere muy fan.
La historia arrancó con Cuchillo, a los que llegué tarde y casi no pude disfrutar de un directo siempre espléndido. Otros que lucen en concierto son Other Lives, que se mostraron realmente estupendos a pesar de ser las seis de la tarde y caer el sol a plomo en el San Miguel (podían haberles buscado una hora un poco más propicia, méritos les sobran). The Chameleons nos mantuvieron la sonrisa, con una sucesión de hits a través de los que mostraron sus credenciales como padres del post-punk.
La propuesta de Dirty Beaches fue otro de los grandes aciertos del día, con su psicobilly industrial que transmite algo extraño, adictivo irremediablemente.
También rindió Girls. La adición de un coro gospel añadió cuerpo al desarrollo del show y mejoró las (notables) impresiones desprendidas en el pasado Primavera Club. Delicados, aún en sus momentos más ruidosos, el grupo de Owens mola un montón.
Tras ver los primeros tres cuartos de hora de The Cure, tiempo suficiente para constatar la buena forma de la banda de Robert Smith y su profundidad sonora en directo, abandoné el barco para llegar un poco a Dirty Three y otro poco a Wavves, que se marcaron un conciertazo. Trallazo tras trallazo, con su propuesta acelerada y honesta, conquistaron un escenario Mini semi-vacío.
Después llegó el turno de Codeine. Tenía muchísimas ganas de escucharlos, pero lo cierto es que me dejó un regusto amargo. Tras un arranque estupendo, en el que brillaron dentro de su enredado slowcore, su capacidad para perturbar se diluyó una pizca y terminé desconectado. Una lástima. Aprovechando la cercanía geográfica me pasé por el final de The Drums, y lo que vi fue convincente. Solidificando su estilo y con un sonido más afilado, sumado al carisma ya conocido de Jonathan Pierce, terminararon de construir un set muy disfrutable.
The Rapture me ayudó a cerrar el día. Cumplieron con lo que se esperaba de ellos, sin exhibiciones pero con un funk-rock que sirve perfectamente para formar un fiestón y mover los pies.
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