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Cuando éramos reyes es un documental, nada que ver con el biopic de Hollywood, y aunque juegue en una liga parecida, no es la misma. Los artificios son menores, la realidad está más cerca, es más nítida, y las imposturas que vienen de la mano de la incerteza, propias de cualquier persona, tienen una textura diferente, más humana y más lógica, más de verdad.
Porque aunque veamos a Ali fanfarroneando acerca de lo grande que era y de cómo iba a machacar a Foreman sin piedad, podemos sentir su miedo. Sus ojos son permeables, y transmiten ese nudo en la garganta que a todos se nos pone ante los grandes retos, esa fingida máscara de que todo está bajo control.
Pero el espíritu de Ali tiene demasiado empuje como para quedarse simplemente en el miedo, y su carisma termina por ser una riada en la que te ves envuelto sin querer, contemplando sus apasionados discursos sobre África y la situación del hombre negro, la humildad que muestra hacia la gente del Zaire, y deseando que ese maldito fanfarrón gane la pelea, porque será un vanidoso, pero es humano, y cualquiera podría reflejarse en su rostro y en sus bravatas.
Este documental le hace a Ali la justicia que Control le hace a Ian Curtis, y eso es mucho. Un documento que es un pedazo de historia del siglo XX, sin más.
Un 8
Cómo tira del carro Luvchenko! Es el Raúl del blog
ResponderEliminarfigura, más que figura!!!
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