¿Argumento? 'Gordos' retrata una terapia de grupo de personas con sobrepeso y su entorno, mientras que 'Primos' es el viaje de un novio despechado (y sus dos primos) al pueblo de veraneo de la infancia.
Pero más que en la trama, lo interesante viene al analizar lo que ofrece Sánchez Arévalo en el menú. Mientras que 'Gordos' es una comedia-dramática, oscura, repleta de altibajos y osadía, en la que se entrecruzan personajes excesivos que nos resultan antipáticos, enfermizos y que contaminan irremediablemente el aire de un film insalubre; 'Primos' es todo lo contrario. Sanota y luminosa, con protagonistas empáticos que buscan y encuentran cariño, entre sí y con los espectadores, casi a la altura de una fábula veraniega bienintencionada que conmueve sin esfuerzo. Por desgracia, resulta casi más creíble la corrupción de la primera película que la sensibilidad de la segunda. Pero eso se le tenemos que apuntar al debe de la humanidad, no al del director.
En la forma, 'Gordos' posee una estructura narrativa discontinua, compleja, llena de saltos temporales, efectos de montaje y una estética turbia que persigue la saturación del espectador ya desde el propio dibujo del film. Mientras tanto, 'Primos' pasa ligera, sin sobresaltos, en posesión de un diseño clásico (que no convencional), con su presentación, nudo y desenlace.
Todas estas discrepancias las hacen parecer a una como reacción inevitable de la otra, como si la complicada digestión de 'Gordos' llevase a la esforzada sencillez de 'Primos'. Abrir la ventana para que se ventile la habitación. En cualquier caso, gustan ambas y gusta Sánchez Arévalo, aunque eso sí, me quedo con su vertiente sentimental, más cercana, menos dañina.